En 2007, el gobierno del Sur de Nueva Gales desechó un plan para utilizar el agua de los túneles abandonados del tren subterráneo, debajo de la estación St. James de Sidney. En 2008, los rumores al posible encubrimiento por parte del gobierno y las leyendas urbanas sobre esa repentina marcha atrás, harán que un grupo de periodistas encabezados por Natasha Warner se adentren en el misterioso laberinto subterráneo. Ellos bajaron a los túneles en busca de una historia, hasta que la historia los encontró a ellos (Filmaffinity).
Desde Australia nos llega la enésima muestra de falso documental terrorífico. En este caso la acción transcurre bajo tierra, en unos laberínticos e interminables túneles que no tienen nada que envidiar a otros escenarios utilizados para este tipo de cine; de hecho dichos escenarios son lo mejor de la película. Habría que ser muy incompetente para no saberles sacar partido. Vamos, que Carlo Ledesma lo ha tenido bastante fácil. Con poner a una serie de actores mínimamente decentes corriendo por los diferentes pasillos del laberinto, escapando de algo que no se ve casi en ningún momento, ya tiene gran parte del trabajo hecho. Porque si, la película tiene sus momentos inquietantes y terroríficos. ¿El problema? Que tenemos que esperar bastante para disfrutarlos. La primera mitad de la película nos muestra los preparativos del grupo de aventureros, intercalado con testimonios de dos de los protagonistas que sobreviven a la pesadilla (de esta manera sabemos desde el principio quienes viven y quienes mueren), todo muy poco interesante. Pero llega el momento clave de la película, en el que suena la campana y, todo se anima, de ahora en adelante ya no hay respiro (hemos llegado casi a la hora de película…..).
El director, en su debut, es obvio que ha querido asustar al público a toda costa, prescindiendo de la coherencia y la lógica en más de una ocasión. En concreto, hay una secuencia que resume a la perfección lo que acabo de decir. El momento en que los personajes se adentran en una de las habitaciones y dejan fuera una de las cámaras. No se dan cuenta de que están siendo grabados por “algo”, hasta que, al salir, ven la grabación. Es un claro momento de muy mal rollo... pero que no tiene mucho sentido...
Es cierto que, enseñando poco al “monstruo”, das la oportunidad de que entre en juego la imaginación del espectador. Pero, en este caso ¿era necesario mostrar tan poco? Me he quedado con ganas de verlo con más claridad….
Quizás lo peor de la película sea el personaje de la periodista. Hemos visto demasiadas veces al típico ambicioso que está dispuesto a sacrificar lo que sea para conseguir su objetivo y, sinceramente, puestos a elegir, me quedo con el de Ángela Vidal en REC.
6,8/10